LA ESCUELA PREDICA CON EL EJEMPLO
Si la afición de leer se transmite o se contagia, entonces hay que poner atención en aquellos que puedan fungir como mediadores. En la familia, los padres, hermanos, tíos o abuelos son modelos de lectura para los niños, ya sea para bien o para mal, pero en la escuela quien tiene la mayor oportunidad de fungir como promotor de la lectura es el maestro, debido a su cercanía con el alumno y al trabajo diario.
Quienes no tienen la suerte de contar con padres lectores (o algún otro familiar) tienen en el maestro la oportunidad de vislumbrar la lectura y los textos, de adentrarse en este mundo nuevo lleno de nuevas experiencias donde el guía es el maestro.
De ahí la importancia de que el profesor, sea cual sea la asignatura que imparte, sea capaz de utilizar los textos no sólo como instrumento de enseñanza sino como recreación, que genere espacios para leer, que comparta sus lecturas y que brinde alternativas de temas o autores, pero sobre todo, que sea lector. Un buen lector siempre tendrá mayores posibilidades de “contagiar” a otros.
“Si desean formar hábitos de lectura en sus alumnos deben llevar al aula abundante material impreso, ser un modelo de lector, leer con y para los niños porque el hábito no se impone, se va formando cada día con la repetición de situaciones de lectura agradables y con materiales sencillos que pueden ir aumentando en complejidad a medida que el niño avanza en escolaridad” (Peña, 2009, p. 105)
Pero además de eso es muy importante que el alumno lea, que tenga suficientes pretextos para leer en cualquier momento, en la escuela o en el hogar, y que la lectura esté presente en todo momento, que vea a alumnos y maestros leer, que la escuela se convierta en un espacio donde leer o hablar de las lecturas sea algo cotidiano.
A la fecha alcanzar este ambiente escolar parece difícil, pues “Es de hacer notar que la formación de hábitos de lectura no es tarea fácil, es un trabajo que requiere, de parte de la docente, esfuerzo, dedicación, tiempo y mucho entusiasmo, pero sobre todo el conocimiento de que el hábito es una condición que se adquiere” (Peña, 2009, p. 99), lo que muchos maestros desconocen y se limitan a enseñar la lectoescritura como instrumento de comunicación y no como un fin.
Sin embargo, es innegable que más de uno han descubierto la lectura gracias a un profesor que leía al grupo o que platicaba de lo que leía, y muchos otros se adentraron en el mundo literario cuando leyeron un texto como parte de una tarea.
Sea cual fuere la situación, la escuela brinda caminos para que el alumno se encuentre con la lectura, y si a ello le sumamos el predicar con el ejemplo, es muy probable crear alumnos que valoran la lectura y en algunos casos la disfrutan.
LAS INVEST IGACIONES
Algunas investigaciones sobre la formación de lectores demuestran que después de la familia, los motivadores para leer son los maestros.
- Papel de la escuela y la familia en la formacion de habitos de lectura
- ¿Quiénes son los lectores?
- Encuesta Nacional de Lectura 2006