PREDICAR CON EL EJEMPLO
Predicar con el ejemplo es la mejor manera de transmitir hábitos y valores. Al realizar una acción repetidamente y hacerla parte de la vida diaria, no se toma conciencia que se está induciendo a que los otros miembros de la familia realicen las mismas acciones por curiosidad o imitación.
Como lo menciona Domingo Arguelles (2003) “la lectura como hábito, sólo puede transmitirse por contagio, es decir, a partir del contacto con personas que han adquirido el virus y que lo transmiten incluso sin el propósito de conseguir prosélitos” (p. 113)
Por esta razón, muchos de quienes encontraron el gusto por la lectura en el hogar tuvieron personas a su alrededor que fueron guía en su incursión en el mundo de las letras, es decir, se introdujeron en la lectura a través del ejemplo, por imitación o tal vez por idolatría; no olvidemos que los hijos imitan las conductas de los padres en el afán de parecerse a ellos. Cuando un hábito se transmite con el ejemplo o por contagio, como menciona Arguelles, no hace falta hablar del beneficio de la lectura y mucho menos se les dijo “tienes que leer”, basto una sonrisa frente a un libro y mirar a los padres o hermanos sumergidos en largas horas de lectura.
Tras varias investigaciones, Michel Petit afirma que "la lectura es cuestión de familias" por qué es aquí, en el seno familiar donde el individuo aprende su utilidad y su reconocimiento.
COMPARTIR LA LECTURA
Cuando se tiene una afición por algo, lo natural es querer compartirlo, por tanto las familias facilitadoras propician la interacción con los libros de diversas maneras, ya sea que lean para sus hijos, escoger juntos los libros que se van a comprar, asistir a una feria del libro o disfrutar de actividades relacionadas con la literatura. En todos estos casos, además de transmitir el gusto por la lectura, se comparte.
Muchos estudios afirman que leer cuentos a los niños representa un porcentaje alto de que será lector, pues leer con los hijos es transmitir la idea de que los libros son útiles y divertidos, pero además abarca otros elementos:
- Se atiende su curiosidad innata
- Conoce la experiencia de leer
- El niño se siente importante al dedicarle un tiempo para leer
- Establece un vínculo único con los padres
Leer junto con los hijos o leer para los hijos es darle una nueva dimensión a la lectura, es dotarla de emociones únicas e irremplazables, no en vano algunos lectores asocian ciertos libros o actos de lectura con emociones placenteras y buenos recuerdos (como la lectura de cuentos antes de dormir). De aquí la importancia de que “los padres lean en sus horas libres delante de sus hijos y comentar con ellos o ante ellos los libros leídos. Los niños deben sentir que los mayores gozan con la lectura y que el tiempo que les dedican vale la pena” (Alliende, 2000, p. 267).
Tal vez, lo verdaderamente importante es generar experiencias placenteras entorno a la lectura y los textos, suficientes e impactantes para ser recordadas, para querer repetirlas y tal vez compartirlas. Porque “al momento de compartir una lectura de manera agradable, se construyen lazos afectivos y emocionales más fuertes y consolidados, es decir, el libro y la lectura sustentan una mejor y mayor relación entre el niño y el adulto, el acto de la lectura se transforma en una relación de amor” (Ríos, 2005)
Y si se quiere formar lectores hay que comenzar por formar padres y madres lectoras, no animadoras de la lectura, sino lectores auténticos.
LAS INVESTIGACIONES
Algunas investigaciones sobre la formación de lectores demuestran que quienes tuvieron estimulos para leer desde la infancia y principalmente en el hogar, tienen mayores posibiliddes de ser lectores en la vida adulta
- ¿Quiénes son los lectores?
- Encuesta Nacional de Lectura 2006