EXISTENCIA DE TEXTOS EN CASA AL ALCANCE DE LOS NIÑOS
Una de las grandes interrogantes en materia de lectura es: ¿Se deben formar lectores y después abrir espacios de lectura como bibliotecas y librerías o por el contrario, primero deben existir las condiciones necesarias y entonces crear lectores?
Varios programas educativos y políticos han apostado por acercar los libros a la población con la intención de despertar su interés por la lectura, tal fue el caso de José Vasconcelos, primer Secretario de Educación Pública, quien emprendió una enorme campaña al instalar bibliotecas públicas en todo el país y dotarlas de un gran número de títulos de los autores más renombrados. Se creía que al tener acceso a los mejores libros, se generarían nuevos lectores, sin embargo, Vasconcelos recibió varias críticas al abrir estos espacios en poblaciones con alto índice de analfabetismo.
No obstante, las investigaciones enfocadas a la formación de lectores presentan, como constante, que los individuos que tienen presencia de libros y diversos materiales de lectura en casa desde la infancia, tienen más posibilidades de convertirse en grandes lectores. Lo cual resulta lógico al colocarlo en el contexto de una familia facilitadora, es decir la familia que tiene el gusto por la lectura y le da un valor simbólico seguramente cuenta con una colección de textos y cuanto más afición tenga por leer más extensa será.
La familia facilitadora conoce y le dan un valor especial al libro, tienen un lugar designado para los libros y otros materiales de lectura y los atesoran como joyas preciosas, la mayoría intenta acrecentar su colección y asisten regularmente a las bibliotecas y librerías.
Inmersos en un ambiente donde la presencia de textos es constante, resulta obvio que los individuos descubren la lectura de manera natural, de ahí la importancia de que los niños tengan libros en casa, que no sean exhibidos en una vitrina con llave sino que puedan tocarlos, jugar con ellos, que tengan sus propios materiales de lectura y que se vuelvan parte de la vida diaria.
COMPARTIR LOS TEXTOS
Hay que precisar que almacenar textos sólo como objetos decorativos no es un factor estimulador de la lectura, pues los libros por sí mismos no generan lectores, son las experiencias que acompañan a estos objetos lo que resulta verdaderamente gratificante. La disponibilidad de textos debe estar reforzada con el ejemplo de leerlos, de hacerlos parte de la vida, de darles un valor y de disfrutarlos para que alguien se vuelva lector, pues de lo contrario, sólo son objetos decorativos.
No es suficiente con comprarles hermosos libros, hay que acompañarlos en el acto de leer, hay que crear en los niños experiencias placenteras en relación con la lectura y los libros, desde la lectura de cuentos, asistir a librerías y ferias de libro, comentar lo que se ha leído e incluso armar un librero con ellos donde puedan guardar sus textos favoritos a su antojo.
La familia facilitadora cuenta con un gran número de textos como resultado de su interés por la lectura y es dicho interés el que se transmite porque “la lectura voluntaria, la lectura por gusto, por placer, no se enseña como una lección, sino se transmite, se contagia como todas las aficiones” (Garrido, 1990).
De tal manera que el interés y el valor que la familia le da a la lectura funcionan como estimuladores y aunado a la presencia constante de textos propicia la formación de grandes lectores.
LAS INVESTIGACIONES
Algunas de las investigaciones sobre lectores respaldan la idea de que mientras mayor sea el número de textos disponibles al alcance de los niños, éste tendrá más posibilidades de volverse lector.
- ¿Quiénes son los lectores?
- Encuesta Nacional de Lectura 2006
- Lecturas precarias: estudio sociológico sobre los "poco lectores"