EL MAESTRO COMO INHIBIDOR DE LA LECTURA

 

Paradójicamente el profesor funge como inhibidor y  facilitador  de la lectura, esto depende de las estrategias de enseñanza que emplea, de los textos que utiliza y del modo que los utiliza, pero como dice el dicho nadie puede dar lo que no tiene y la realidad es que en México hay pocos lectores y mucho menos maestros lectores.

El docente se capacita en la asignatura que imparte, en los métodos de enseñanza, en las tecnologías que se aplican en la educación y en otros aspectos, pero no reciben capacitación para la formación de lectores, se les ha dado la mayor responsabilidad en esta tarea sin ser preparados para ello y mucho menos sin haberles inculcado el gusto por leer. Y como consecuencia, reproducen las malas prácticas entorno a la lectura, de nada sirve que tengan bibliotecas escolares y de aula sino las utilizan o lo que es peor las utilizan mal provocando aberración por los libros.

Por si fuera poco el programa exige un determinado número de temas y objetivos que tiene que cubrir y evaluar, en el cual la lectura queda en segundo término, por lo menos la lectura placentera, y es que “los maestros establecen un sistema de lectura en el espacio escolar sólo para cumplir con las exigencias del programa” (Peña, 2009, p. 96) provocando que la lectura se vuelva una obligación: si no lees, te repruebo.

También hay una lista de textos por cubrir, los clásicos no pueden faltar, y para comprobar que se han leído hay que realizar una serie de exámenes, cuestionarios, reseñas, análisis y /o investigaciones en torno a la obra y su autor. De ahí que muchos olvidan los textos que se leyeron en la escuela, porque fueron lecturas vanas que se hicieron en una noche sólo para acreditar el curso. “Es como si estuviéramos preparando a niños y adolescentes para ser aprendices de filólogos, pero analfabetos funcionales de algún modo, porque pueden saber buscar un complemento directo pero no comprender el significado de la frase en la que se encuentra” (Cerrillo, 2010,  p. 127)

Las representaciones sociales de la lectura juegan un papel muy importante en la escuela, ya que muchas ocasiones el docente utiliza la lectura como un castigo y las visitas a la biblioteca se vuelven una forma de penitencia. Mientras el docente no sea consciente de su papel como mediador de la lectura, no será capaz de vincularla a actividades placenteras.

Lo que es una realidad es que las expectativas del trabajo docente son muy altas sin embargo, las herramientas que se le brindas son muy pocas, las más de las veces no posee los instrumentos (textos y bibliotecas) que le faciliten la promoción de la lectura y tampoco tiene apoyo para generar otro tipo de encuentros (ferias de libro, cuentacuentos, teatro). La misma currícula no permite que la lectura se realice por simple recreación, que los alumnos elijan sus propios textos, que lean comics o revistas que tengan contenido no académico, que lean sin evaluaciones, mucho menos perderse unos minutos leyendo y luego compartir con otros lo que leyeron.

Desafortunadamente el docente, que no es lector, tiene que lidiar con todo ello y cumplir con un programa, con un horario y un reglamento, de tal manera que en el salón de clases no hay espacios para la lectura.

LAS INVESTIGACIONES

 

Algunas investigaciones sobre lectores reafirman la influencia negativa que tiene la escuela sobre el gusto por la lectura y evidencia la poca lectura del maestro

  • La lectura en la escuela
  • Encuesta Nacional de Lectura 2006
  • Lecturas del espacio íntimo al espacio público